Me divertí de mi misma. Me sorprendí y me imaginé en otro lugar.
Evaluación psicolaboral. Después de un largo día de laburo, 2 bondis de parada y lluvia torrencial, toco el timbre. Nadie contesta. Espero varios autos que pasan a mil y vuelvo a insistir. Espero no haber confundido el día, pienso. No suelen pasarme esas cosas, me contesto. Pero con este día de mierda todo puede ser, le respondo a mi otra yo. Suena un timbre, abro la puerta, me acomodo la ropa, el pelo, finjo y paso.
Después de una larga charla, bueno ahora te voy a pedir que dibujes a una persona bajo la lluvia, me dice. Mirá que a mi no me gustan los paraguas, le contesto. Vos dibujá tranquila. Prefiero sentir la lluvia, mojarme y correr que cargar todo el día el paraguas, perderlo y que no llueva, le digo. Del otro lado: ...
¿Por qué no podré de dejar de decir lo que pienso, puta madre? –pienso.
Ahora, te voy a pedir que dibujes todo esto acá, que resuelvas estos problemas y que cuando termines me avises, me indica. Me mira, la miro. Me mira, la miro. ¿Qué le pasará? –me pregunto. ¿Entendiste? –me pregunta. Si, claro y bajo la mirada.
Saber que están evaluando tu inteligencia pero sin decírtelo me da por las pelotas, eso me pasa. Termino rápido con prolija disposición en la hoja y se la devuelvo. Qué prolija, me dice. Es parte de cómo soy, creo que te diste cuenta, le contesto. Si fuera por mi hubiera usado la hoja horizontal, pero no me dejaste, y con colores, pero sólo me diste un lápiz negro. No siempre las cosas son como queremos, no? –agrego. Nos reímos mucho sin compromiso.
Ahora vamos a ver estos cartones, que tienen unas manchas y me gustaría que me digas lo que ves. Si si si si, este test ya lo conosco, pienso. Lo vengo viendo desde la secundaria, cuando el profe de psicología nos enseñó sobre el tema. Estaba relajada (casi desde el principio, hasta también cuando no estuve de acuerdo con la mina mientras charlábamos). Ya habían pasado 2,30 hs ahí adentro, estaba cansada, era tarde, y los cartones para mi eran 74...
¿Qué ves? Una mariposa, una cara, un cigarrillo, humo, nada, una mujer embarazada, giraba los cartones... una lámpara, varias personas, lluvia, una tormenta, varias veces tardaba en ver lo que veía, pero no en decir lo que pensaba, una ventana, una ballena, el mar y el horizonte... hasta que llego a un donde ví claramente un pito, miembro masculino, pene, pija, como quieran o como menos fuerte suene leerlo, o no. La miro a los ojos, era una mina acartonada y no parecía muy flexible. Dudé en cómo decirlo. Giro el cartón pensando, bueno a ver si vemos otra cosa, y era la misma pero parada, no, sigamos, dije, y giré de nuevo otros 90º y la misma pij* pero al revés, tuerzo los últimos 90º y ella estaba ahora apuntando para abajo. No hubo caso, ma’ si, se lo digo, pero cuanto más tardes y dudes peor es, me hablaba a mi misma. Veo un pene en todas las posiciones.
Y nos reimos otra vez. Ella no se por qué lo hizo, pero yo porque traté de no fingir, tardé en responder y al final no dudé en decir lo que pienso. Pero a veces me cuesta arrancar.
No hay un puesto en Barcelona, Londres o Milán? –la desafío. Si –dice.
Leí la evaluación y soy yo definitivamente.
28 abril 2006
Nunca te hiciste una?
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2 comentarios:
que bueno que haya vecinos en retiro, te mando besos!
f.
hay de los buenos y de los otros.
Yo soy de las buenas.
un beso! vic
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