Debo confesar cierta adicción mia con el fútbol. Pero con la emoción del fútbol, que vivo con las entrañas y que tienen que ver con un equipo, compañeros, camiseta, el compartir y el festejo.
Más allá de disfrutar del buen fútbol, del juego bonito como le dicen y delapelotaenelpiso, en ciertos momentos me urge la necesidad visceral de estar en la cancha. Ahí al lado del líneaman. Vaya locura que me genera, que quiero estar en el campo, ahí, donde se cuecen esas habas. Que va. Si. Y no es el mundial que me provoca esto (aunque si el contarlo), ya que con el Mago Capria lo he sentido también.
Sacudo mi camiseta femenina de la selección como si hubiera sido mi hermano quien estuviera jugando en la cancha, shhshh a quien habla justo cuando se preparan para un tiro libre y llevo mis dos manos a la cabeza, despeinándome cuando el arquero la saca por arriba. Pero justo en ese preciso momento en que el gol fue convertido, cuando corren todos a juntarse festejando y tirándose unos sobre otros: yo quiero estar ahí. Sin duda. Y decir: vaaaamooooos. Tocarles la espalda, acomodarles el pelo del abrazo, que se tiren encima mio y verles cómo les brillan los dientes de la sonrisa que tienen grabada en la cara. Me desespera. Las ganas de estar en el medio de ese festejo me desata un fuego por dentro que roza la desesperación.
Ojalá existiera el push button en la máquina del tiempo esa de Alfredo para viajar a ese momento en ese lugar.
17 junio 2006
mi otro costado, también femenino
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2 comentarios:
Muy lindo post. Se entiende perfecto lo que indica sobre la emoción que le provoca el fútbol. Sobre todo en el primer párrafo, comparto con ud. eso.
Qué bueno que compartamos eso, la emoción.
Y muchas gracias por sus palabras, de verdad.
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