No es fácil ponerle límite a nuestro propio espacio pero es necesario. Al final desde que somos chicos estamos buscando los límites, nuestras propias fronteras; por parte de los padres tienen el laburo de imponernos límites para que podamos armar la estructura mental y social de cómo son las cosas. De cómo ven ellos las cosas. Dependemos tanto de cómo vivieron y cómo pudieron (o quisieron) ser felices que venimos a absorber todo este conocimiento empírico en unos pocos años y se nos planta como verdad. Nuestra cabeza con pocos surcos todavía comienza a rayarse con vivencias de otros. Pues bien, puede haber años de rebeldía, renglones de interrogantes, y horas de análisis pero no hay como ese día en que nosotros pasamos a ser quien jugamos a armar y desarmar límites.
Criar en la libertad de amar y de hacer no debe ser fácil; tampoco lo es vivirlo. Entiendo entonces que tampoco les resultó fácil a mis viejos ser como son, dos personas increíbles con millones de defectos pero con unas ganas (e ilusiones) tan grandes que las alas que me dibujaron no entraron en la hoja.
Las cosas que no me dieron las estoy buscando, por mi misma y porque siento que quiero conseguirlas, en lo que se equivocaron no hay palabras para agradecerles las inteciones porque han hecho más de lo que les permití.
Pero hacerme de espacio despacio no es fácil.
El espacio está lleno de contenidos, mensajes, olores, formas, gritos y susurros que nos vinculan entre nosotros mismos [Pareciera que hubiera tenido que estudiar algo relacionado a sistemas y no a espacios]. Si ese contenido es digital, el espacio no tiene dimensiones físicas pero encierra igualmente actividades entre personas. Nos podemos conocer sin conocernos.
A veces siento que ya estamos grandes para seguir siendo hijos, nietos, almas gemelas. Y todavía más grandes aún para mostrarnos débiles diariamente (leer cartas viejas, interpretar canciones, llorar). Pero así como soy me resulta difícil olvidar a quien me abrazó fuerte contra su pecho cuando sentí miedo o lloré de alegría.
Con una sonrisa (cómo me gusta reírme!) sigo escuchando a Serrat
Hoy puede ser un gran día.
Plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo,
depende en parte de ti.
Pelea por lo que quieres y no desesperes si algo no anda bien.
Hoy puede ser un gran día
y mañana también.
Me siento muy tranquila escribiendo esto sin embargo dentro mio arrasan las preguntas: para qué mierda quiero la libertad si después no me van a salir las cosas? ¿Por qué no puedo ayudar cuando le pongo la mayor de mis ganas para hacerlo? La desilusión contraria a la ilusión. Qué te desilusiona “la ilusión misma” o las cosas porque no están en esa ilusión?
28 marzo 2006
Espacios
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