Siempre me gustó cumplir años. Esta vez son muchos. Y creo sentir que esto no me había pasado antes.
Me acuerdo de los cumpleaños de mi mamá y algunos de mi viejo. Eran diferentes entre sí, porque cada uno le daba una importancia diferente. Sin embargo me acuerdo de estar parada cerca de la mesa donde estaba la comida, llegaba al borde solo con mis manos y podía contemplar la escena de los grandes con mis ojos idem. La casa se llenaba de amigos, algunos de la facu, otros de la vida y unos del Pueblo, aunque a ellos les gusta decirse: amigos del campo.
A mi me gustaba llevar mis barbies al medio del living, porque siempre estaba el soltero, en este caso Guillermo, que tomaba whisky y le gustaba jugar conmigo. No se si era porque ya estaba borracho o porque se divertía dándome a escondidas de su vaso y ver mi cara de asco pero qué bueno tener este secreto con vos!
Más tarde, estar entre grandes ya me aburría un poco, porque yo me sentía grande. Entonces invitaba alguna amiga para divertirme.
Pero siempre miré y viví estos festejos como una diversión y me gustaba descubrir a cada persona (a veces personaje) que llegaba a mi casa; los anteojos, las barbas, los pañuelos, esos peinados, como agarraban el cigarrillo (por qué fuman tanto?), sus miradas, las risas, la voz de mi vieja (que se escucha desde lejos), los chistes de mi papá (pese a mis constantes quejas, los heredé por completo), las historias de caballos, pocker y las volcadas de la Estanciera.
Esos secretos de jóvenes que revivían y que me los contaban año tras año diciéndome: cuando seas más grande vas a entender mejor. Si ya soy grande!- pensaba yo. Disfrutaba cada momento, hasta que me dormía a upa de alguien o sobre la mesa, cuando en ese último instante escuchaba: pobrecita, no la querés llevar a la cama? Y decí que no podía con mi alma, pero todavía escuchaba y muy fuerte adentro mio decía que NO! Déjenme acá.
A veces los encontraba separados, los hombres por un lado y las mujeres por otro. Pero siempre había algo que más tarde los unía, o la comida, o las fotos, la torta, un libro que alguno escribió y decidió mostrarlo o un cuadro que Roberto nos traía a casa como regalo. Todavía tengo tus caballos pintados en un azulejo, una carpeta con un sol rabioso al atardecer y una vista de Milán a través de una ventana que me hace soñar.
Ahora viene mi cumpleaños, y me toca vivirlo diferente.
Siendo adolescente solía esperarlo todo el año para que vinieran a mi casa las personas que más quería (y quiero). Cocinaba, o preparaba sorpresas y todavía disfruto ver las fotos con todos comiendo las tortas, algunos tirados en el piso charlando, otros en el balcón con cerveza, otro grupo en el comedor jugando a algo, y hasta hay fotos en el baño que poco se entienden (algunos si lo sabemos).
Hace días que estoy pensando en mi cumple, en ese día.
22 marzo 2006
Un festejo que transforma
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1 comentario:
consulte con mis oraculos del barrio, pero ninguno tiene la fecha exacta de tu llegada al mundo.
Tambien busque en la revista cosmopolitan, paparazzi, en la caras y por las dudas en timoneles.......pero nada.
(ninguna de mis fuentes puede afirmar tu existencia)
KP
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