Un día feliz.

Siempre Juan nos invita a bucear en algún lugar que nosotros elijamos para encontrar las respuestas a sus vueltas cotidianas. Pasó la puerta de vidrio y me dice al oído: hoy tuve un día feliz.
El efecto dominó se da queridos mios, si insistimos con las señales y los días de las pequeñas grandes cosas. La nueva línea de investigación de esta mina, además del caos en las formas aleatorias, naturales y curvas espaciales, son Esos días felices. Y lo que más le sorprendió al resto de la mesa fue cuando dije y sin motivo alguno, no Juan?* Es tan simple que algo puede destruirlo en un instante. Así de frágil se sostiene como un elefante sobre la tela de una araña.

Los motivos no son apreciables / juzgables para determinar si causan o no esta sensación interna increíble. Su dimensión menos. La plata nada tiene que ver. Yo le entendí de inmediato cuando dijo lo que dijo moviéndome el pelo cerca del oído con sus palabras.
Aunque reconozco que lo miré y le olí para saber si venía de otro bar o que. Pero no. Sobrio y exacto. Paladar supremo para decir pequeñeces descifrables para los que estamos atentos.

Un Gran helado. Una canción. Una cerveza compartida. Una sonrisa. Una publicidad ocurrente. Que un cliente te pague sin diferir el cheque. Que el colectivo esté todo vacío para vos. Que te sonrían. Que te salude. Un mensaje. Que la de adelante se tropiece y se estrole en el cordón de la vereda y te mueras de risa. Que el viento me despeine. Que mi gato me pida atención. Que se muera un torturador. Que se alivie un dolor. Un llamado. Que la m*erda tenga menos olor. Que salga ese libro nuevo. Que el ascensor no funcione y subas pensando que estás haciendo ejercicio. Que tu vecino salga a correr a la misma hora que vos. Que entiendas lo que hay para aprender aún. Que maten a los que hablan con frases hechas. Y caguen a los que mienten. Que todo y nada de esto pueda hacerte ese día feliz.

Ayer tuve un día feliz.


*es lo que me da vueltas hace un tiempo. ya sabés.